15 Mar La curiosidad: quitar el polvo a la realidad percibida
15 MAR 2020 · Autor: Albert Gibert
Todos hemos oído muchas veces que la curiosidad mató al gato. Para mí, ésta es una frase que sólo tiene sentido cuando nos referimos a no ser cotillas o indiscretos. La curiosidad bien entendida nunca puede perjudicarnos.
¿Cómo podemos imaginar un mundo sin los beneficios de la curiosidad?
El otro día hablaba con un conocido que me decía que él prefería no ser curioso en su ámbito profesional. Me comentaba que se sentía mucho más cómodo manteniendo una actitud pragmática sobre el aprendizaje y ver la incorporación de nuevos conocimientos como un mero medio para alcanzar un fin. Es decir, que sólo está dispuesto a esforzarse por aprender algo nuevo cuando lo ve necesario para llevar a cabo alguna tarea concreta.
Esta actitud es totalmente respetable. Puede ser cierto, además, que ese pragmatismo que ejercita esta persona represente una oportunidad también para sus colegas o compañeros en el ámbito profesional. Porque también puede estar bien que en un equipo de trabajo convivan este tipo de perfiles con otros con una actitud mucho más despierta y abierta al descubrimiento y a la novedad. Pero, para mí, tiene algo también de limitante ya que el no tener una actitud curiosa suele llevar al “cumplir y punto”.
En cualquier caso, yo estoy totalmente convencido de los beneficios que conlleva la curiosidad y pienso que como decía Einstein “lo más importante en la vida es no dejar nunca de hacer preguntas y no perder nunca la bendita curiosidad”. Porque sin ella sería difícil imaginar cómo podremos desarrollar nuevos avances tan necesarios en sanidad, tecnología, etc. O cómo se podrán crear nuevos productos o servicios, o adaptar los ya existentes, sin fijarnos permanentemente en las necesidades cambiantes de nuestros clientes o usuarios.
Todos hemos sido curiosos cuando éramos niños. Los niños son curiosos por naturaleza y además el juego estimula y favorece la curiosidad. Pero años más tarde, cuando nos convertimos en adultos, podemos perder ese estímulo que permite la exploración, la investigación y el aprendizaje. Y esto es realmente preocupante tanto para el crecimiento personal como para el posterior desarrollo profesional, ya que los niveles de interés y atención sobre cualquier tema van a depender muchísimo de la curiosidad que este tema nos despierte.
En un entorno como el actual, en el que las circunstancias que nos rodean tienden a cambiar a una gran velocidad, necesitamos adaptarnos permanentemente a una gran variedad de situaciones que van a afectarnos en nuestra vida. El permanecer “programados” para cumplir con el expediente y no arriesgar, o el simple hecho de esperar a que nos den las cosas dadas no suele ser nunca la mejor opción ya que supone muchas veces renunciar a la libertad de escoger.
Y es que lo que nosotros mismos no decidimos sobre nuestras vidas, otros lo decidirán por nosotros.
En el ámbito profesional, cuando se estimula la curiosidad en los equipos de trabajo y se logra encender la chispa que la dispara se dan las condiciones óptimas para el emprendimiento y la expansión ya que se permiten abordar nuevas posibilidades y surgen siempre nuevas oportunidades. En definitiva, ayuda a crear un clima de proactividad que bien aprovechado favorecerá la comunicación y mejorará el vínculo entre todos los componentes, inspirará la participación voluntaria y espontánea, permitirá el aprendizaje colaborativo y se podrán desarrollar más competencias y habilidades.
El poder salir de nuestra zona de confort y atrevernos a quitar el polvo a la realidad que percibimos nos abrirá siempre nuevos caminos.
Quizás el viaje del que más podemos aprender es el viaje low cost por excelencia. Es aquel viaje en el que no nos movemos de nuestro hábitat pero en el que nos atrevemos a mirar lo más cercano, lo cotidiano y lo familiar con otros ojos. Es aprender a ir más allá, a ir más lejos, sin mover un solo pie. Simplemente adquiriendo una mirada distinta. Por ejemplo, preguntando y preguntándonos constantemente ¿Qué pasaría si…? ¿Cómo podríamos…? ¿Por qué…?…